viernes, 6 de agosto de 2010

La visión de las aves




Es evidente que las colisiones de los pájaros con las superficies trasparentes debe estar relacionado con su visión y la forma y estructura de los ojos. De ahí que incluyamos estos cometarios para poder entender mejor el problema.

Las aves tienen los ojos muy desarrollados, y en muchos aspectos superan a la perfección conseguida por los seres humanos. Los ojos representan un porcentaje mucho mayor del peso de la cabeza en las aves que en el hombre y es, por ejemplo, el 15% para un estornino común pero sólo el 1% en el hombre.

 
Los ojos de la mayoría de las aves ocupan los costados de la cabeza y en algunos casos tienen un campo de 360 grados de vista global. Gracias a esta posición de los ojos pueden detectar un peligro potencial de inmediato, disponiendo de una llamada visión monocular. Sin embargo, con este tipo de visión las aves tienen más dificultad para estimar las distancias y tienen peor percepción de la profundidad. Esto puede ser una razón que explique porqué las aves colisionan a menudo con los cristales. Sin embargo tienen una mejor percepción temporal, logran distinguir 180 imágenes por segundo cuando nosotros no somos capaces de procesar más de 20.

Foto: F. Rodas

La visión que se produce por superposición de las imágenes de cada ojo se llama visión binocular. Las rapaces de hábitos vespertinos o nocturnos tienen sus ojos puestos en la zona frontal procurándoles una visión binocular a semejanza de la que tenemos nosotros. Estas aves pueden tener un campo óptico de 180 grados en gran medida binocular y disponen de una visión mucho más aguda que el resto de las aves, en la parte delantera.

La estructura del ojo de un pájaro es similar a los humanos. Sin embargo, hay algunas diferencias muy importantes. La mayoría de los ojos de las aves tienen un globo ocular más plano que el que observamos en los humanos. Esta forma ocular les permite una mayor área de enfoque mientras que nosotros solo somos capaces de enfocar un área puntual.


Foto: Toni- Ribaforada Navarra

La zona sensible del ojo es una lámina interna (la retina) formada por diferentes células sentibles: Los “conos” permiten ver los colores y los llamados “bastones” se encargan de fijar el blanco, el negro y la gama de grises. Un ser humano puede tener 10.000 conos por milímetro cuadrado de retina, mientras que algunas aves poseen hasta 120.000 por milímetro cuadrado. Las aves que se alimentan a la luz del día ven los colores (sobre todo el verde) con mucha claridad y más lejos que nosotros y aunque no se conoce muy bien lo cierto es que detectan mejor las ondas ultravioletas, detectan bien la madurez de los frutos, son capaces de diferenciar “marcas olfativas” en los roedores y una mejor distinción de los patrones de plumaje.

Más información sobre este tema en el trabajo de Francisco J. Varela, Adrian G. Palacios, and Timothy H. Goldsmith : Color Vision of Birds